1. LAS ETAPAS PICTÓRICAS DE PICASSO
Pablo Ruíz PICASSO (1881-1973) es el único artista que además de tener su época, compartida con sus contemporáneos, tiene sus etapas propias e individuales. Sus épocas son de las que hacen época, tan variadas y hasta opuestas.
La época de Picasso ha durado cerca de un siglo y podríamos decir que sus influjos siguen perdurando en el arte contemporáneo. Nació el 25 de octubre en Málaga en 1881 en el seno de una familia de la pequeña burguesía andaluza. Su padre, José, era profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal. En 1891 el padre, que fue su primer maestro, fue nombrado catedrático de instituto en La Coruña y la familia emigró allí.
PERÍODO DE FORMACIÓN
En Galicia, el niño Pablo empezó a pintar (Chica descalza). Fue un dibujante nato desde su más tierna infancia. En 1896 se establecieron en Barcelona y Picasso comienza a estudiar en la escuela de la Lonja. En la ciudad condal tendría su primer taller donde pinta dentro de la tónica de la pintura española del momento: Ciencia y caridad, El Monaguillo, La primera comunión.
Retrato de su hijo Paulo
El expresionismo de Picasso está evidentemente influenciado por su propio cubismo, pero en esta etapa son pinturas que transmiten con fuerza sentimientos y expresan dramáticamente situaciones de dolor. Un buen ejemplo de esta fase expresionista lo encontramos en La mujer llorando (1937).
El cambio en los temas (angustiosos, tristes, relacionados con la guerra y el sufrimiento) no es la única característica del expresionismo de Picasso. Habrá también una fractura en la gama cromática, apareciendo colores oscuros y sombríos. El cambio en la forma lo percibimos en obras como Naturaleza muerta con cráneo de toro (1942) y el cambio en el fondo se aprecia en el desgarrador Gato devorando a pájaro (1939). Pero sin duda la pintura más famosa de esta etapa es el Guernica (1937), que a la postre se convertiría en su obra más reconocida internacionalmente. Todo un símbolo anti-bélico que elevó a Picasso como icono del pacifismo mundial.
PERÍODO VALLAURIS
Con sesenta años y después de haber vivido una larga carrera llena de cambios e innovaciones, y con el escenario internacional más calmado, Picasso entra en su llamado ‘Periodo Vallauris’, una etapa de su vida en la que se dedicó a diseñar platos y cerámicas mientras disfrutaba de su retiro en la Costa Azul.
Abandonó la pintura durante varios años y abordó la escultura y el trabajo sobre arcilla con mucho interés. Rodeado del azul del Mar Mediterráneo y de la tranquilidad del mundo rural, Picasso se deja inspirar por los pájaros y por la luz. En esta etapa nacen otros dos hijos: Claudio y Paloma. Los temas que trata en sus cerámicas y esculturas son familiares y de ocio. Vuelven a aparecer elementos del circo, y también un especial interés en la tauromaquia.
A finales de los años 50 comenzará a reinterpretar las obras de los autores clásicos: Rafael, Velázquez, Delacroix, Manet, Goya… y realiza versiones de sus lienzos más famosos. En esta revisión de los clásicos, Picasso produjo interesante material. Ejemplo de ello es la serie de estudios sobre Las Meninas, del que realizó más de 50 versiones. Las re-interpretaciones que hizo Picasso estaban influenciadas por el cubismo que él mismo había fundado, y suponen un broche de oro a su carrera.
Pablo Ruiz Picasso murió en 1973 en el pueblo de Mougins, a los 91 años. Había sido el pintor más famoso del mundo, el artista más influyente del siglo, y nos había dejado una obra irrepetible y fascinante. Una obra en continuo cambio, en la que buscó siempre la innovación. Llevó la pintura a extremos que ningún otro artista había imaginado, y nos regaló una nueva forma de ver la realidad.
2. LA OBRA ESCULTÓRICA DE PICASSO y su relación con JULIO GONZÁLEZ, el “padre” de la escultura en hierro.
A Picasso no hay disciplina artística que no le atrajera: la pintura, el grabado, la ilustración, la cerámica, el diseño de vestuario para ballet, la escenografía, las joyas...y por supuesto la escultura.
Picasso: Cabeza de mujer, Fernande
La escultura fue un capítulo esencial de su producción artística presente a lo largo de toda su carrera. De hecho realizó casi setecientas piezas, todas ellas –hasta 1912- mediante técnicas tradicionales como el modelado en barro y la talla en madera. Picasso fue el iniciador de la escultura cubista, concretamente desde 1909 fecha en la que modeló su emblemática Cabeza de mujer (Fernande), busto en el que aplica el facetado múltiple, que nos recuerda al cubismo analítico. Marcó el nacimiento de la escultura cubista de bulto redondo o exenta. En ella no solo se basó en piezas de arte africano, como las máscaras tribales nimba, sino que ideó un nuevo sistema para definir los volúmenes del rostro y del cabello, transformando algunas de las formas cóncavas en convexas, sin perder un concepto plástico unitario.
En 1910, el marchante Ambroise Vollard encargó los primeros ejemplares en bronce y compró la escultura, que fue exhibida en su galería parisina durante el invierno de 1911 y recibida como uno de las piezas germinales de la escultura cubista. Posiblemente a Picasso esta escultura cubista le sirvió para profundizar en el cubismo analítico. Desde antiguo, en los talleres de pintura se recomienda complementar el trabajo de caballete con el estudio de modelado.
Naturaleza muerta con guitarra, 1913
Sea como fuere, a partir de 1912 Picasso y Braque, produjeron guitarras y violines de cartón y cuerda, después incluso con chapa de metal y alambre. Hacia 1914 realizaron bodegones entre pictóricos y escultóricos, con ensamblajes de madera, metal y otros materiales pintados. La proximidad a la pintura hizo que estas piezas se denominaran tableaux-objets, es decir, cuadros-objeto. Es el camino del arte del objeto al arte del concepto...
Cabeza de mujer, 1929
El collage y el ensamblaje fueron fundamentales en el desarrollo posterior de la escultura de Picasso. Picasso no cesó de innovar en su producción escultórica. Para él fue vital conocer al escultor catalán JULIO GONZÁLEZ (1876- 1942), un español de la Escuela de París, y “padre” de la escultura en hierro, quien le inició en las técnicas de la forja en 1928. González era pintor, escultor y orfebre. Se había formado como artesano en el taller de escultura de su padre en la Barcelona modernista. En París aprendió una técnica industrial, la soldadura autógena, decisiva para la renovación de la escultura. La producción escultórica de González oscila entre la influencia cubista, la experimentación basada en el arte primitivo y africano, el Expresionismo y el Surrealismo. Para él, la escultura es dibujo en el espacio. Trabajó con Picasso entre 1928 y 1932. El artista malagueño recurrió a la ayuda de González para hacer sus esculturas de metal de aquellas fechas, concretamente solicitó su colaboración para realizar el Monumento a Apollinaire (1928). Deseaba elaborar una escultura funeraria dedicada a su amigo escritor con formas transparentes y vaciadas, inspirada en El Poeta asesinado escrita por Apollinaire en 1914. De este aprendizaje con González serán fruto una serie de esculturas picassianas de metal, de la que forman parte, además de piezas como Mujer en un jardín, Cabeza de mujer y Cabeza, todas ellas creadas en torno a 1930. La obra escultórica de Picasso a partir de este momento es, además de muy rica y prolífica, uno de los capítulos más fascinantes del arte de nuestro siglo. Excede, con mucho, el horizonte del Cubismo y de optar por vincularla a alguna corriente compartida, se encontraría más cómoda entre los autores del Surrealismo. Pero Picasso escapa a las etiquetas: es inútil circunscribir la variedad de su producción escultórica a una única tendencia dada la abundancia y fertilidad de sus medios expresivos, que cambia según considere oportuno (cubista, clasicista, expresionista, surrealista...)
Seguirá trabajando de una forma libre diversas técnicas con distintos materiales durante toda su vida.
Por su parte, la colaboración con Picasso también será fructífera para González. Hasta la colaboración con Picasso, González realizaba esculturas de pequeñas dimensiones, pero después creará figuras imponentes y complejas que le darán fama internacional. Creará esculturas filiformes de gran esquematismo y complejidad formal y otras, con planchas de hierro, en las que descompone el volumen logrando efectos lumínicos entre formas vacías y llenas. En 1937, González culminaría su trabajo escultórico con dos obras excepcionales: La Montserrat, expuesta en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937, y Mujer ante el espejo, una audaz síntesis entre Cubismo, Surrealismo y Expresionismo.
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